La Dra. Mercedes Briones, investigadora de la Universidad Internacional Iberoamericana (UNIB), colabora en un estudio que aborda los factores de riesgo de los trastornos alimentarios en estudiantes universitarios.
Los trastornos alimentarios (ED, por sus siglas en inglés) son una preocupación importante en la sociedad actual y afectan a personas de todas las edades. Estas enfermedades mentales graves se caracterizan por una percepción distorsionada de la imagen corporal y una obsesión excesiva por la ingesta de alimentos. Aunque cualquiera puede desarrollar un trastorno alimentario, se producen mayores tasas de incidencia entre las mujeres, entre los 15 y 19 años, principalmente.
Para conocer cómo se genera este problema en los estudiantes, la Dra. Briones, junto a otros profesionales, realizó un estudio observacional y descriptivo que involucró a 129 estudiantes de primer y cuarto año de la Universidad Europea del Atlántico (UNEATLANTICO) durante un período de dos años. El riesgo de desarrollar este trastorno de la conducta alimentaria se evaluó mediante pruebas autoadministradas, como SCOFF, EAT-26 y BITE. Además, se examinó la adherencia a la dieta mediterránea (MD) como medida de la calidad de la dieta entre los estudiantes. Los datos se recolectaron al inicio y al final del año académico para evaluar cambios en los factores de riesgo.
Los hallazgos del estudio revelaron datos interesantes. Al comienzo del año académico, se encontró que el 34.9% de los participantes estaban en riesgo de desarrollar trastornos alimentarios generales. Los análisis posteriores mostraron que, el 3.9% tenía riesgo de anorexia nerviosa (AN) y el 16.3% tenía riesgo de bulimia nerviosa (BN). A medida que avanzó el año académico, estos porcentajes aumentaron ligeramente a 37.2%, 14.7% y 8.5%, respectivamente. Esto indica un aumento en el riesgo de desarrollar esta conducta en cuestión entre los estudiantes universitarios durante su desarrollo profesional.
Se encontró, también, que las mujeres en el primer año de universidad tenían el doble de probabilidades de estar en riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria generales en comparación con los hombres. Esto sugiere que el género juega un papel importante en la susceptibilidad del desarrollo de este problema. Además, se determinó una relación inversa entre el nivel de adherencia a la dieta mediterránea y el riesgo de desarrollar los trastornos. Los estudiantes con una adherencia baja a moderada a la dieta mediterránea tenían un riesgo mucho menor en comparación con aquellos con una baja adherencia. Esto enfatiza la importancia de promover una dieta saludable y equilibrada para prevenir la aparición de los mismos.
Los hallazgos indican la necesidad de intervenciones específicas, especialmente en relación con las diferencias de género en la susceptibilidad, y la promoción de una dieta saludable. Es crucial crear conciencia y brindar apoyo a los adultos jóvenes para que mantengan una imagen corporal positiva y una dieta saludable a lo largo de su trayectoria académica. Al abordar estas cuestiones, se podrá crear un mejor entorno para que los estudiantes universitarios prosperen tanto académica como mentalmente.
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